Experiences


Reflections on backpacking abroad (Co-written with my travel partner, Olivia Mitchell)
We join you again from aboard a train, this time taking us from France to Switzerland. For both of us, it’s our first time in Switzerland and we’re looking forward to the unexpected. But, before we arrive, we have four hours of reflection time while the French countryside zooms past us.

This morning, over a breakfast of croissants, we were asked an interesting question by our hosts (side note: we could not have anticipated a warmer welcome in Lyon…Eric and Aila were sensational!) Anyway, their question was this: “Was there anything that particularly shocked you about France and the differences that exist between the US?” We answered through various anecdotes that illustrated some of the principal differences we’ve experienced, however, most of them derive from our first experiences in France five years ago.

So, for this post, instead of focusing on what activities we participated in while in Lyon, we’ll do a couple general reflections on things we love- and things we don’t love- about the places we’ve been so far.

I’ll start with Spain. My impressions will likely be different from Liv’s, however, I’ll try to think exclusively about those things that we encountered together. Let’s start with some of the good things:

-People generously call you guapa
-There is an abundance of jamón
-Unlike France, the showers actually attach to the wall above your head so you don’t have to make the decision to hold the showerhead or shampoo your own head
-The price of wine! And sidra!!
-Pinxos in San Sebastián. Little gourmet open-faced sandwiches.
-Great blinds that allow two exhausted travelers to sleep well-past their biological alarm clocks.

Now some of the Spanish things that we like –um- less:

-The obsession (that boarders on neurosis) of zapatillas (house-slippers)
-The inevitable shoving and shoulder bumping that happens in the street. What else could you expect from the country that has the bull as their animal emblem.
-The tissue papers that pose as napkins in bars. Should you get a drop of sidra anywhere, be prepared to waste about 40 sheets of this imposter material.
-Light switches outside of the room in question.

Now for the things we like about France:

-BREAD! You needn’t cross more than one foot over the border and the bread transforms into something exquisite.
-Pepper! After living in a country, Spain, that seems to reject pepper, it’s a delight to rediscover these little black specks.
-All of the chateaux that pepper the landscape (you see what I did there?)
-Most well-dressed, chic-looking children in the world.
-Digestifs. Tasty shots of hard alcohol that you drink after a meal to facilitate digestion

The bad sides of France:
-Digestifs. After aperitifs and all the wine you’ll have with dinner, this extra shot will feel like a very bad idea the next morning.
-The PINK toilet paper. What the heck? Given what we’re going to use it for, what’s the sense in making it cute? It just looks alarming once in the toilet bowl.
-Words the end in –GUEUX. Olivia does an excellent impression of the SNCF woman saying “Périgueux” over the train loud speakers. Her version sounds like “Perry-goughghhuuu”
-Waiters who scoff and make a snorty sound when you order one 7.20 euro hot chocolate to split instead of two.



So, there you go: Those are our general reflections of the first 2 countries we’ve visited. We’ll check in again after we’ve crossed the Swiss border. Tally-ho!

Gastronomía, tradiciones culinarias y salud
            La alimentación es fundamental para los seres humanos, sin embargo, a lo largo de la historia humana, hemos conocido grandes yuxtaposiciones que hacen que la alimentación no sea únicamente una necesidad física, sino que tenga un papel cultural muy potente. Con las innovaciones culinarias como el fuego, la agricultura, el tenedor, etc. la alimentación se convirtió en un acto cultural que era compartido por todos. Pero, es un acto común que desde su comienzo ha siempre tenido sus desequilibrios.
            Durante muchos siglos de la época moderna, en los países occidentales, había diferencias grandes entre las clases sociales que hizo que no hubiera ninguna alimentación común, sino distintos tipos según el poder económico o político del grupo. Los plebeyos, por ejemplo, sobrevivían con los alimentos mínimos a lo cuales tenían acceso, mientras que las dietas de los reyes o los nobles eran variadas y ricas. Allí, encontramos los orígenes de la gastronomía, el nexo del placer, creatividad y alimentación. Estas tres cualidades eran integrales en la concepción de la gastronomía y durante mucho tiempo, la riqueza monetaria era igualmente fundamental. Sin embrago, con la introducción del restaurante al principio del siglo XIX, la gastronomía se expandió para dar acceso a más gente. Conjunto con nuevas publicaciones culinarias y la impartición de discursos sobre alimentación, el placer de comer dejó de estar reservado solamente para la población elitista.
            Sin embargo, la disparidad entre las clases sociales nunca ha desaparecido y es una realidad que enfrentamos hoy en día. Probablemente el poder económico no tiene un papel tan importante como antes, en la época de los cortes, pero todavía afecta a la alimentación contemporánea. Algunos no pueden pensar en el placer de alimentarse porque tienen que preocuparse en su presupuesto. Otros no pueden pensar en la creatividad ni en el placer de cocinar o alimentarse (que son dos pilares de la gastronomía) porque sus responsabilidades profesionales o familiares no les permiten tiempo suficiente. Otros piensen en el placer y comen para disfrutar de las experiencias culinarias, ya sean cotidianas o excepcionales, pero no piensan en la salud. Pero, justamente, la salud tiene que ser un pilar igualmente importante en la gastronomía que la creatividad, el placer de alimentarse y sobre todo, las capacidades económicas.
            La alimentación que, desgraciadamente, ha siempre conocido grandes desigualdades, las tiene todavía. Vemos poblaciones enteras que sufren de una falta de alimentos mientras que la obesidad y malnutrición aumenta rápidamente en otras.   El primer grupo piensa principalmente en su supervivencia y la de su familia y el segundo busca la satisfacción que, a veces, raya en la glotonería. Mientras tanto, nuestro sistema global de producción de alimentos hace que la tierra misma sufra. La agricultura contemporánea, que es un resultado no solamente de nuestros grandes poblaciones pero también de nuestras dietas respectivas, pone en riesgo el planeta entero. Entonces, ¿hay un antídoto de este desequilibrio y sufrimiento? Sí lo hay, es el último pilar de la gastronomía: la educación. 
            Si queremos mejorar la relación que tenemos entre nosotros y el mundo, hay que entender el papel de la alimentación, en el sentido global y propio. Para seguir un camino más saludable es imperativo que descubramos los enlaces entre lo que comemos y los efectos que resultan.
            Para mí, como estadounidense, resulta obvio que este aprendizaje es algo que no  se lleva a cabo en mi país. Una paradoja muy lamentable es que los Estados Unidos es uno de los consumidores más grandes del mundo, tenemos una tasa de obesidad espantosa y desperdiciamos enormes cantidades de alimentos pero no tenemos ningún sistema educativo alimentario al nivel federal ni estatal. Conjunto con esta falta de educación, tampoco tenemos una tradición culinaria que exista y que haya existido desde hace siglos como tienen otros países o regiones del mundo. En su lugar, tenemos varias influencias que nos ayudan a definir nuestra cocina, sin embargo, desafortunadamente, la gastronomía norteamericana, normalmente se define por unos alimentos que no vienen de su rica tradición culinaria, sino de sus gigantes industrias agrarias. Y los productos que crean se han convertido casi en omnipresentes en la alimentación de mi país.
            Por eso, yo tuve que obtener una educación gastronómica fuera de los Estados Unidos. Cuando tenía 17 años fui a vivir en France durante un año. Allí, fui expuesta a tradiciones que nunca había visto antes. No tenía concepto de la estacionalidad, el regionalismo y la convivencia. No podía entender antes de mi estancia en Francia como se puede apreciar profundamente un alimento según el momento del año que lo comes, donde lo estás comiendo y sobre todo, con quien estás. Antes, no buscaba entender la diferencia entre un alimento convencional, ecológico o heirloom, de vieja usanza. Antes, no me interesaba entender los discursos de los grandes chefs o intelectuales de esta época y las anteriores. Pero, todo cambió en Francia y desde entonces, quería aprender más.
            Después de regresar a los Estados Unidos, conseguí mi aprendizaje en la universidad y estudiaba la alimentación ecológica como carrera y estoy terminando mi último semestre en España, un país con sus tradiciones culinarias igualmente ricas (¡quizás más!). Aquí, veo una gastronomía propia que ha incorporado varias mezclas de culturas y cocinas que hacen que la cocina española tenga una riqueza profunda. Aprendí sobre sus origines, su evolución y su alimentación actual.
Creo que es un momento clave para España y para sus compañeros europeos (y quizás el mundo entero, pero no he estudiado las cocinas contemporáneas ni antiguas de otras zonas). ¿Por qué? Porque es el momento de guardar la riqueza de la cocina tradicional ante la presión de la globalización alimentaria. ¿Y cómo guardarla? Con la valorización de la cocina tradicional y de todas las tradiciones alrededor de la alimentación. Mi país tendrá más dificultades porque no tenemos estas tradiciones para valorizar pero la clave sigue siendo lo mismo: la educación.
Necesitamos saber la importancia de la alimentación y luego la gastronomía, pero, para hacerlo, tenemos que informarnos. Dicho mejor: necesitamos ser expuestos a la información. Si hay que informarnos solos, nada cambiará; ya hay mucha información, pero mucha gente no la busca. Mientras que todos los blogs, los libros y las organizaciones dedicados a la mejora de la alimentación como Slow Food hacen un trabajo grande y apasionado, solo eso no es suficiente para educar a la mayoría de la gente. Hay que implementar programas para informar a los ciudadanos y clases escolares para educar a nuestros hijos.   Para poner fin a los desequilibrios alimentarios que siempre han existido, hay que nutrir a la gente con información. 

El vino de España [Una mirada comprensiva de la historia y las practicas contemporáneas de viticultura española]


-Introducción-
            Mire la bandera española. Vea los colores rojo y amarillo, símbolos de valentía, fortaleza y generosidad. Yo veo algo diferente. En las franjas rojas, veo el color de Tempranillo y Monastrell. En la parte amarilla, percibo el color de Airén y Albariño. Cuando miramos la bandera de la Segunda República Española, vemos el color morado que representaba el Pendón Morado, pero lo contemplo como el color intenso de Garnacha Tintorera.
            Las dos banderas representan la unidad de un país, un país que reconoce las identidades distintas de sus tierras. Se puede observar las diferencias entre las comunidades autónomas como se puede observar cambios importantes entre las D.O.Ps (Denominaciones de Origen Protegida) de España. Es un país donde su vino es tan variado como su gente, sus idiomas y sus paisajes.
            Para mejor entender el vino y las maneras de cultivarlo y producirlo, hay que conocer la historia vitícola de la tierra ibérica. Además, es necesario conocer la cultura vitivinícola contemporánea de España para comparar su industria con el resto de Europa y, desde allí, con el mundo entero. Este proyecto situará el vino español en ambos el tiempo y el espacio, incorporando influencias culturales, ambientales y económicas.
-Historia de la vid-
            Se puede hablar del vino en los años tan tempranos como 4000 A.C. porque existen pepitas de la uva en el registro fósil en España, sin embargo, poco es conocido de su producción ni de la cultura del vino en esta época. Los primeros avances importantes vinieron de los fenicios en 1100 A.C. y después, los cartagineses con sus enseñanzas del viticultor Mago.
            Cuando España estaba bajo el dominio romano, la mayoría del vino español era comercializado fuera del país en el imperio romano mayor. Durante esa época, las regiones vitícolas más importantes eran Terraconensis y Baetica, hoy, son las regiones de Tarragona y Andalucía.
            La próxima etapa en la historia española trajo los árabes que ocuparon la península a principios del siglo VIII. Aunque no bebieron alcohol normalmente porque es prohibido en la religión musulmana, el cultivo de vino continuó y mejoró durante su ocupación. La postura hacia el vino durante esa época era ambigua. Varios califas eran propietarios de viñedos aunque la venta del vino estaba prohibida.  En dinastías más liberales, permitieron el cultivo del vino a los cristianos, sobre todo, los monjes porque los monasterios eran centros botánicos y agrícolas muy importantes en España como en todos los países occidentales.
            La popularidad del vino después de la ocupación de los moros aumentó hasta el siglo XVIII, pero después, España perdió competitividad ante otros países europeos que abrazaron la Revolución Industrial más temprano. En este momento las prácticas viticulturas estaban cambiando así como el mercado internacional.
            Los vinos de Italia y Francia fueron más populares y exportaron cantidades importantes a Inglaterra y otros países que buscaban vino europeo. Sin embargo, la epidemia de la filoxera arrasó decenas de miles de hectáreas de viñas Europeas, especialmente las de Francia. Debido a la escasez del vino francés, los importadores buscaron nuevos productores y los encontraron en España. Varios viticultores franceses vinieron a España y trajeron nuevas variedades de uva que no existieron antes en España como Cabernet Sauvignon o Merlot.
            Cuando llegó la filoxera finalmente a España, devastó regiones como Málaga y Rioja, pero como las regiones vinícolas estaban separadas por distancias suficientemente grandes, la epidemia no fue tan devastadora como en los otros países colindantes. Sin embargo, buscó un remedio y lo encontró en los Estados Unidos. Tenían que injertar la rizoma norteamericana a las vides europeas. Hoy, es desafiante encontrar viñas con ‘el pie’ original.
            Después de la filoxera, el mercado del vino español tendría que superar otros tres retos graves: la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial y la autarquía de Franco. Con cada uno, el poder económico del vino fue menos potente. No fue hasta la apertura de Franco que los viticultores empezaron a exportar su vino al extranjero y consumir cantidades mayores en el país mismo. Con la transición a la democracia, tanto los productores como los consumidores tenían capacidades económicas para hacer el vino con tecnologías nuevas y comprar el vino a precios elevados. La reputación del vino español ha cambiado de la de un país que produjo vino a granel a la de un país con vinos de calidad suprema que puede competir con los grandes productores en el mercado mundial.
-Geografía, clima y D.O.P.-
            En España, hay más de 400 variedades de uva que se cultiva, sin embargo, cada cepa no puede florecer en todos los sitios. La variedad de uva crea el producto final: el vino, pero el producto también es influido por el ambiente y cada cepa tiene una tierra que le da más potencial. La interacción entre el ambiente, es decir, el suelo, la vegetación, la humedad, etc. y el vino es primordial. Estas influencias en el vino se llaman influencias de terroir, una palabra francesa, que intenta describir ‘el sabor del lugar’.
            Uno de los elementos geográficos más importantes en la producción del vino español es la vasta meseta que cubre el mayor parte del centro de España. Además, todos los ríos influyen en la viticultura de la península ibérica. Por ejemplo, el Ebro recorre La Rioja y partes de Cataluña, el Duero atraviesa la Ribera del Duero hasta Portugal o el Tajo que fluye a través Extremadura y Castilla-La Mancha. Los cordilleras aíslan e influyen en el clima de muchas regiones vinícolas, como los Pirineos, que protegen la Rioja.
            Las temperaturas en España pueden ser muy dramáticas y los viticultores han adoptado sus prácticas según su sitio para encontrar el mejor terroir para sus cepas. Por ejemplo, algunos viticultores plantan sus viñas en terrenos elevados, otros recogen la uva únicamente durante la noche u otros evitan las viñas en enrejado, etc. Todo depende de la uva respectiva y la tierra donde se cultiva.
            La susodicha noción de terroir es ligada a la clasificación y certificación del vino español. “Según la normativa europea, los vinos se clasifican en 3 categorías de acuerdo a su nivel de protección geográfica y al grado de exigencia en su proceso de fabricación” (Instituto español de Comercio Exterior, IPEX). Son Vinos con Denominación de Origen Protegida (en España hay 4 niveles de calidad dentro de este título), Vinos de la Tierra y Vinos de Mesa. De los tres, los vinos con D.O.P. son los más estimados; “son vinos cuya calidad y características se deben esencialmente a su origen geográfico, con sus factores humanos y culturales inherentes. El 100% de las uvas proceden exclusivamente de la zona geográfica de producción y su elaboración tiene lugar dentro de la zona geográfica” (IPEX). Hay 69 D.O.Ps en España y este número ayuda a explicar cómo el vino puede ser tan variado y, también, valorado por sus características distintas.
-Vinificación y envejecimiento-
            La edad de un vino es una pregunta que les interesa a los connoisseurs de todos países, sin embargo, la pregunta de edad es mucho más prevalente y regulada en la industria española. En otros países vinícolas, vinos específicos están reservados para el proceso de envejecimiento y son considerados los ‘grandes vinos’. Lo mismo pasa en España, pero cantidades de vino muchos más grandes son elegidos para el proceso de envejecimiento. No consiste solamente en guardar el vino durante muchos años, sino que, en España, existen regulaciones que determinan por cuanto tiempo un vino debe añejarse en la barrica y luego, en botella. Hay tres normas de envejecimiento: Crianza, Reserva y Gran Reserva. Cada uno tiene sus regulaciones que mandan el tiempo mínimo que un vino necesita en barrica/botella para cumplir las calificaciones del título respectivo. Sin embargo, si un viticultor quiere que su vino permanezca más tiempo en barrica/botella que la norma mínima, lo puede guardar sin cambiar el título. Por ejemplo,  la bodega R. López de Heredia en Haro, una ciudad en el País Vasco que es parte del D.O. Rioja, guarda sus vinos por muchos años en barrica y botella. Todos sus Crianzas, la certificación del vino añejo más joven, tienen años suficientes para llevar el título: Gran Reserva, pero la bodega tiene sus propios estándares de calidad y prefiere reservar el título Gran Reserva para sus vinos más añejados y estimados.
            A partir del proceso de envejecimiento que tiene un papel distinto en España, hay otros cientos de procesos que hay que cumplir para realizar el producto final: el vino. Los primeros se realizan en las viñas. Cada viticultor tiene que decidir si va a usar técnicas sintéticas o mecánicas para cultivar y recoger sus uvas. Algunos usan pesticidas o herbicidas químicos mientras otros eligen evitar los tratamientos no orgánicos. Algunos recogen las uvas con máquinas mientras otros prefieren recogerlas a mano.
            Una vez que las uvas están en la bodega, hay decenas de maneras de tratarles. Los viticultores necesitan decidir cómo van a clasificar la calidad de la uva, cómo separarla del tallo, después, de sus pepitas y por último, de su piel, lo que da todos los aspectos interesantes al vino: su color, sus taninos, su acidez y una parte de su sabor (la otra parte viene de la barrica). Después, es necesario controlar la fermentación y cada viticultor tiene que decidir si va a regular la temperatura naturalmente o con climatización, si va a usar levaduras nativas o importadas. Hay que elegir por cuanto tiempo duran las fermentaciones, elegir qué tipo de fermentaciones (malolácticas, carbónicas, fermentación en botella) y elegir el nivel de intervención de la parte del viticultor. Luego, hay que elegir eltipo de barrica y por cuanto tiempo guardar el vino dentro. Luego, es necesario embotellar el vino y elegir el tipo de corcho y la duración que el vino necesita quedarse en botella antes de sacarlo al mercado.
-Conclusiones-

            La última etapa a la que tiene que someterse el vino es la de la consumación. El vino es parte de muchas comidas y eventos compartidas entre familias y amigos.  El vino ha impregnado la cultura social y es valorizado por mucha gente durante las fiestas o la sobremesa cotidiana. Incluso se encuentra en La Pirámide de la Dieta Mediterránea en el mismo nivel que las actividades físicas y el descanso adecuado. Es un producto casi omnipresente en la vida diaria, igual que sus raíces y viñas crecen en el paisaje rural por todos lados. España cultiva casi 1.2 millones de hectáreas de viñedos, y es el país con la mayor extensión cultivada de viñas del mundo- más de un 15% del total mundial. Cuando una persona se desplaza por el campo español, no se puede evitar las infinitas colinas pintadas con colores vibrantes de las viñas: rojos y amarillos intensos, los colores que simbolizan España. 

7 October 2013
El lunes pasado fue la cata de vino alicantino. Era la clase de gastronomía por lo cual tenía más ganas. ¿Por qué? En primero, porque la industria de vino (particularmente la industria europea) me interesa mucho y después de terminar mis estudios, espero trabajar como el enlace entre las bodegas de europea y los restaurantes y bares de los Estados Unidos. En segundo, he estudiado mucho el vino en situaciones académicas y he participado en catas profesionales.


                     


Sin embargo, a pesar de mis experiencias relacionadas con el mundo de vino, aprendí un montón de cosas nuevas. Por ejemplo, no sabía que no debemos girar el vino antes de olerlo. Siempre lo hacía sin darme cuenta que los aromas cambian entre el primer momento y después de arremolinarse. Y la prueba estaba clara: los aromas no se quedan lo mismos. Aprendí también que (según Antonio) que ls aromas que emite el vino no cambian según la persona. Es decir, que no son subjetivos, sino hay maneras de identificar aromas específicos que caracteriza cada vino. Siempre pensaba que una persona puede oler algo, como hierba por ejemplo, mientras que otra persona huele manzanas y que los dos están correctos. Está claro que Antonio tiene mucha más pericia en el vino y seguro que lo que dice tiene razón pero la idea que alguien puede oler algo espefico y claramente, pero ser definitivamente incorrecto sobre sus propias sensaciones me parece un poco dogmático.


Antes de esta cata, no pensaba mucho en el color del vino tampoco. Pensaba que el color cambia según la uva usada por so producción o, quizás, la edad del vino, pero no tanto en la calidad del vino. Antonio pidió la pregunta, ¨¿Cómo os parece?¿Os gusta el color?¿Te parece pálido, sano, etc?¨ Esta vez, estuvimos haciendo una valorización que me pareció, justamente, subjetivo. En todos casos, me inspiró de hacer más atención en el color del vino para entender mejor su estado de ser.


Apreció mucho la oportunidad de degustar tantos tipos de vinos alicantinos. Me dio un sabor del lugar donde estoy viviendo. Creo que es muy importante entender el vino a través de su tierra (eso es, dicho simplemente, la noción de terroir) pero, también, puede ser muy útil entender una tierra, un lugar a través de sus alimentos.

Un buen ejercicio fue probar los vinos del mismo tipo (tinto, rosado, blanco) al mismo tiempo para comparar dos o tres vinos para indentificar sus cualidades respectivas. Pudimos hacerlo verticalmente, es decir, según el año de vino: por ejemplo un Monastrell de 2010 y uno de 2007. Además, pudimos probarles horizontalmente, es decir, el mismo año pero comparando varietales diferentes. (Se puede hacer también por el mismo varietal, pero comparando varias bodegas, pero incluso, también la misma bodega que tiene tierras distintas). Para mí, me dio la oportunidad de entender la diferencia de sabores entre un vino crianza, reserva y gran reserva- como los sabores evolucionan e intensifican.


Me encantó la cata- fue a la vez muy instructivo, y, por supuesto, divertido. Que pena que las sesiones están terminadas. Sin embargo, la información que hemos recibido se puede guardar por la vida.


4 October 2013

What does one do while waiting for a Spanish dinner? Well, first, one must be prepared to wait hours and ignore hunger pains. Then, one could go to a park, read Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar and then write romantic musings about the Spanish language. They might looks like this:


La tilde

A language full of accents
Nothing but an ink stain
A doctrine of emphasis
Reflecting a people
-a person-
As certain as their syllables

An affirmation as simple
As one, terse word
-yes-
Becomes full of purpose,
of certainty
Sí, a mí me gustas tú
All I see for sure
Is: Yes and Me and You

With nothing but and
accent,
The apparition of la tilde
I can make you mine,
amor mío

Of all the words that 
Speak of love:
amor, sexo, alma.........

la tilde
-the emphasis-
remains with


31 September 2013


     La primera vez que probé la paella fue este invierno. ¿Dónde? En Francia, el país donde la gente considera su cocina la mejor del mundo. Es verdad que tienen una reputación muy fuerte y bastante buena, pero he encontrado una cosa que ellos no saben hacer: paella. Cuando lo probé, me preguntó, “Como se puede ser el plato más conocido de España? Los pobres españoles tienen que comerla con tanta frecuencia.” Pensaba que no era muy interesante como plato- arroz amarillo con algunas mejillones feos y las cabezas de gambas. [¿Dónde estuvieron sus cuerpos?] Pero, no es así. La verdad es que la paella puede ser buenísima y anoche, aprendí cómo hacerlo. También, aprendí que los arroces y la paella son dos cosas distintas.

    
 La paella es la sartén donde el arroz está preparado. A diferencia de ‘un arroz’ típico de Alicante, el arroz de paella no está tostado antes de añadir el caldo (sea de pescado o carne). Es dicho que por eso ‘el arroz’ puede absorber más sabor que la paella, sin embargo, me gustó la paella más que el arroz. Quizás, prefiero la textura más seca- casi crujiente- que tuvo la paella. O podía ser los regalos pequeños del lomo de cerdo escondidos dentro el arroz que hacía que me encantó tanto. El jefe de cocina nos explicó que la mayoría de paellas que se encuentran en los restaurantes de Alicante están congelados y se puede ver por 1) el tamaño y 2) el color. Normalmente, cuando está muy amarillo es porque está tratando de imitar el azafrán, una especia carísimo. Pero, no es la evidencia de una buena paella, sino un color muy profundo- casi marrón porque muestra que hay una multitud de especias e ingredientes. La paella que hicimos fue hecho con pimientas rojas, coliflor, cebolleta, lomo de cerdo, ajo, perejil y por supuesto, arroz.

     El ‘arroz’ tuvo muchos de los mismos ingredientes, pero en lugar de carne, calamar y emperador. El cocinero dijo que lo prefiere con atún porque tiene más sabor y más substancia pero como ayer fue lunes, no hubo muchas opciones en el mercado. Ella explicó que como los pescadores no pescan los domingos ni los lunes (porque tienen que descansar un poco…claro!) que no hay muchas variedades de pescados frescos estos días. En los Estados Unidos, no pensamos en esto- la mayoría de pescado ya está congelado y hace mucho más tiempo que uno o dos días desde su captura en el mar. Aunque si a el cocinero no le gusta el emperador, yo lo encontré delicioso. La textura del ‘arroz’ no estaba como lo de paella- es posiblemente la diferencia más distinta. Fue un ‘arroz meloso’ que no quiere decir ‘dulce’, sino ‘como miel’. Miel…meloso…lógico. Un buen arroz meloso gotea de la cuchara como hace la miel.

     Como decía, mi favorito fue claro: la paella. Pero, el ‘arroz’ no rindió sin lucha. Tiene una ventaja: que se come con el alioli de casa. Una salsa como mayonesa pero con ajo y limón. Me considero como alguien bastante sana, pero lo comí con una cuchara y nada más como una gordita- estuvo tan sabroso.

     He estado convencida- la paella [o el ‘arroz’] está buenísima. Y lo siento, los franceses, pero, esta vez necesitáis pedir prestado la sabiduría española.

17 September 2013

     Lo que me gustó lo más fue la planta baja- bajo las patas de cerdo, cerca de los mariscos todavía vivos. Aquí se encuentra las verduras y las frutas. ¡Qué abundancia! Podía ser sorprendida por todas las variedades- incluso las que nunca he visto, sin embargo, lo que me impresionó más que todo fue los colores. Por supuesto he visto melocotones antes de venir en España- uvas, higos, espárragos también. Pero, me pareció que los de España eran más colorados, más brillante- a punto de explotar con sabores fresquísimas.  Imaginaba que si las tenía en la mano, que podía sentir un latido. 

     Desde mi llegada en España, la comida aquí me he fascinado. En la casa donde estoy viviendo, no comemos muchas cosas desconocidas [pero, sí, he comido el cerebro de una oveja]. Lo que comemos existe en los Estados Unidos también- tenemos tomates, tenemos salmón, tenemos calabaza, tenemos jamón, tenemos queso, tenemos olivas, etc. Pero, los sabores aquí son distintas. Después de visitar el mercado, entiendo mejor ahora come se puede ser tan superior. La gente se va cada día, o cada dos días para comprar la comida más fresca. Puede hablar con los vendedores para saber lo que está más rica según el día o estación. No es congelado, no es sin huesos, no es sin mancha- pero es sin muchos envases, sin conservantes y la mayoría viene de la región donde vive la gente que la compra. De hecho, no es difícil ahora entender como un tomate recogido esta mañana que viene de un pueblo cercano puede ser tan superior de un ‘beefsteak’ que fue recogida hace una semana en el otro lado de un país tan grande como el Océano Atlántico. Para resumir, aprecié mucho mi visita al mercado porque me ayudó a apreciar más la comida que puedo comer cotidianamente en España. ¡La vida es bella- y apetitosa!


17 September 2013


¿Has visto a un señor gordo con una voz resonante que tiene una lengua de ternera en una mano y los cojones de oveja en la otra? Es lo que hemos visto este sábado cuando fuimos al mercado central de Alicante. Este señor es el jefe de una carnicería que, para mí, era, al principio, extraño. Nunca he visto a alguien con sus propias manos limpias pone tantos intestinos y con tanto placer. La idea de tocarles me asquea y la idea de comerles me repugna todavía más. Pero, tengo que reconocer que cada parte del cuerpo se puede comer y los españoles son los cocineros por el trabajo. Si se puede convertir en un plato rico con sabores apetitoso, es una buena manera de alimentarnos y reducir los desechos. Podía ver el entusiasmo y la pasión de su trabajo en la cara del señor, pero, desafortunadamente, cerca de él, hubo la cara decapitada de un cerdo que parecía sonriente- una ironía mórbida que me hace perder el apetito.



3 comments:

  1. Awesome Kenz!!!
    Lets skype soon! Im back home now, its been a little hectic, but im ready to start booking flights!!!

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  2. Kenz,
    So exciting and will love following your adventures in Spain.
    Rick and Sandy

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  3. Looking forward to hearing all about your new adventure...

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