Reflections on backpacking abroad (Co-written with my travel partner, Olivia Mitchell)
We join you again from
aboard a train, this time taking us from France to Switzerland. For both of us,
it’s our first time in Switzerland and we’re looking forward to the unexpected.
But, before we arrive, we have four hours of reflection time while the French
countryside zooms past us.
This morning, over a
breakfast of croissants, we were asked an interesting question by our hosts
(side note: we could not have anticipated a warmer welcome in Lyon…Eric and
Aila were sensational!) Anyway, their question was this: “Was there anything
that particularly shocked you about France and the differences that exist
between the US?” We answered through various anecdotes that illustrated some of
the principal differences we’ve experienced, however, most of them derive from
our first experiences in France five years ago.
So, for this post, instead
of focusing on what activities we participated in while in Lyon, we’ll do a
couple general reflections on things we love- and things we don’t love- about
the places we’ve been so far.
I’ll start with Spain. My
impressions will likely be different from Liv’s, however, I’ll try to think
exclusively about those things that we encountered together. Let’s start with
some of the good things:
-People generously call you
guapa
-There is an abundance of jamón
-Unlike France, the showers
actually attach to the wall above your head so you don’t have to make the
decision to hold the showerhead or shampoo your own head
-The price of wine! And sidra!!
-Pinxos in San
Sebastián. Little gourmet open-faced sandwiches.
-Great blinds that allow
two exhausted travelers to sleep well-past their biological alarm clocks.
Now some of the Spanish
things that we like –um- less:
-The obsession (that
boarders on neurosis) of zapatillas (house-slippers)
-The inevitable shoving and
shoulder bumping that happens in the street. What else could you expect from
the country that has the bull as their animal emblem.
-The tissue papers that
pose as napkins in bars. Should you get a drop of sidra anywhere, be
prepared to waste about 40 sheets of this imposter material.
-Light switches outside
of the room in question.
Now for the things we like
about France:
-BREAD! You needn’t cross
more than one foot over the border and the bread transforms into something
exquisite.
-Pepper! After living in a
country, Spain, that seems to reject pepper, it’s a delight to rediscover these
little black specks.
-All of the chateaux
that pepper the landscape (you see what I did there?)
-Most well-dressed, chic-looking
children in the world.
-Digestifs. Tasty
shots of hard alcohol that you drink after a meal to facilitate digestion
The bad sides of France:
-Digestifs. After aperitifs
and all the wine you’ll have with dinner, this extra shot will feel like a very
bad idea the next morning.
-The PINK toilet paper.
What the heck? Given what we’re going to use it for, what’s the sense in making
it cute? It just looks alarming once in the toilet bowl.
-Words the end in –GUEUX.
Olivia does an excellent impression of the SNCF woman saying “Périgueux” over
the train loud speakers. Her version sounds like “Perry-goughghhuuu”
-Waiters who scoff and make
a snorty sound when you order one 7.20 euro hot chocolate to split instead of
two.
So, there you go: Those are our general
reflections of the first 2 countries we’ve visited. We’ll check in again after
we’ve crossed the Swiss border. Tally-ho!
Gastronomía, tradiciones culinarias y salud
La alimentación es
fundamental para los seres humanos, sin embargo, a lo largo de la historia
humana, hemos conocido grandes yuxtaposiciones que hacen que la alimentación no
sea únicamente una necesidad física, sino que tenga un papel cultural muy
potente. Con las innovaciones culinarias como el fuego, la agricultura, el
tenedor, etc. la alimentación se convirtió en un acto cultural que era
compartido por todos. Pero, es un acto común que desde su comienzo ha siempre
tenido sus desequilibrios.
Durante muchos siglos de la época
moderna, en los países occidentales, había diferencias grandes entre las clases
sociales que hizo que no hubiera ninguna alimentación común, sino distintos
tipos según el poder económico o político del grupo. Los plebeyos, por ejemplo,
sobrevivían con los alimentos mínimos a lo cuales tenían acceso, mientras que las
dietas de los reyes o los nobles eran variadas y ricas. Allí, encontramos los orígenes
de la gastronomía, el nexo del placer, creatividad y alimentación. Estas tres
cualidades eran integrales en la concepción de la gastronomía y durante mucho
tiempo, la riqueza monetaria era igualmente fundamental. Sin embrago, con la
introducción del restaurante al principio del siglo XIX, la gastronomía se expandió
para dar acceso a más gente. Conjunto con nuevas publicaciones culinarias y la
impartición de discursos sobre alimentación, el placer de comer dejó de estar
reservado solamente para la población elitista.
Sin embargo, la disparidad entre las
clases sociales nunca ha desaparecido y es una realidad que enfrentamos hoy en
día. Probablemente el poder económico no tiene un papel tan importante como
antes, en la época de los cortes, pero todavía afecta a la alimentación
contemporánea. Algunos no pueden pensar en el placer de alimentarse porque
tienen que preocuparse en su presupuesto. Otros no pueden pensar en la
creatividad ni en el placer de cocinar o alimentarse (que son dos pilares de la
gastronomía) porque sus responsabilidades profesionales o familiares no les
permiten tiempo suficiente. Otros piensen en el placer y comen para disfrutar
de las experiencias culinarias, ya sean cotidianas o excepcionales, pero no
piensan en la salud. Pero, justamente, la salud tiene que ser un pilar
igualmente importante en la gastronomía que la creatividad, el placer de
alimentarse y sobre todo, las capacidades económicas.
La alimentación que,
desgraciadamente, ha siempre conocido grandes desigualdades, las tiene todavía.
Vemos poblaciones enteras que sufren de una falta de alimentos mientras que la
obesidad y malnutrición aumenta rápidamente en otras. El primer grupo piensa principalmente en su
supervivencia y la de su familia y el segundo busca la satisfacción que, a
veces, raya en la glotonería. Mientras tanto, nuestro sistema global de producción
de alimentos hace que la tierra misma sufra. La agricultura contemporánea, que
es un resultado no solamente de nuestros grandes poblaciones pero también de
nuestras dietas respectivas, pone en riesgo el planeta entero. Entonces, ¿hay
un antídoto de este desequilibrio y sufrimiento? Sí lo hay, es el último pilar
de la gastronomía: la educación.
Si queremos mejorar la relación que
tenemos entre nosotros y el mundo, hay que entender el papel de la
alimentación, en el sentido global y propio. Para seguir un camino más
saludable es imperativo que descubramos los enlaces entre lo que comemos y los efectos
que resultan.
Para mí, como estadounidense, resulta
obvio que este aprendizaje es algo que no
se lleva a cabo en mi país. Una paradoja muy lamentable es que los
Estados Unidos es uno de los consumidores más grandes del mundo, tenemos una
tasa de obesidad espantosa y desperdiciamos enormes cantidades de alimentos
pero no tenemos ningún sistema educativo alimentario al nivel federal ni
estatal. Conjunto con esta falta de educación, tampoco tenemos una tradición
culinaria que exista y que haya existido desde hace siglos como tienen otros
países o regiones del mundo. En su lugar, tenemos varias influencias que nos
ayudan a definir nuestra cocina, sin embargo, desafortunadamente, la
gastronomía norteamericana, normalmente se define por unos alimentos que no
vienen de su rica tradición culinaria, sino de sus gigantes industrias
agrarias. Y los productos que crean se han convertido casi en omnipresentes en
la alimentación de mi país.
Por eso, yo tuve que obtener una
educación gastronómica fuera de los Estados Unidos. Cuando tenía 17 años fui a
vivir en France durante un año. Allí, fui expuesta a tradiciones que nunca
había visto antes. No tenía concepto de la estacionalidad, el regionalismo y la
convivencia. No podía entender antes de mi estancia en Francia como se puede
apreciar profundamente un alimento según el momento del año que lo comes, donde
lo estás comiendo y sobre todo, con quien estás. Antes, no buscaba entender la
diferencia entre un alimento convencional, ecológico o heirloom, de vieja usanza. Antes, no me interesaba entender los
discursos de los grandes chefs o intelectuales de esta época y las anteriores.
Pero, todo cambió en Francia y desde entonces, quería aprender más.
Después de regresar a los Estados
Unidos, conseguí mi aprendizaje en la universidad y estudiaba la alimentación
ecológica como carrera y estoy terminando mi último semestre en España, un país
con sus tradiciones culinarias igualmente ricas (¡quizás más!). Aquí, veo una
gastronomía propia que ha incorporado varias mezclas de culturas y cocinas que
hacen que la cocina española tenga una riqueza profunda. Aprendí sobre sus
origines, su evolución y su alimentación actual.
Creo
que es un momento clave para España y para sus compañeros europeos (y quizás el
mundo entero, pero no he estudiado las cocinas contemporáneas ni antiguas de
otras zonas). ¿Por qué? Porque es el momento de guardar la riqueza de la cocina
tradicional ante la presión de la globalización alimentaria. ¿Y cómo guardarla?
Con la valorización de la cocina tradicional y de todas las tradiciones
alrededor de la alimentación. Mi país tendrá más dificultades porque no tenemos
estas tradiciones para valorizar pero la clave sigue siendo lo mismo: la
educación.
Necesitamos
saber la importancia de la alimentación y luego la gastronomía, pero, para
hacerlo, tenemos que informarnos. Dicho mejor: necesitamos ser expuestos a la
información. Si hay que informarnos solos, nada cambiará; ya hay mucha
información, pero mucha gente no la busca. Mientras que todos los blogs, los
libros y las organizaciones dedicados a la mejora de la alimentación como Slow Food hacen un trabajo grande y
apasionado, solo eso no es suficiente para educar a la mayoría de la gente. Hay
que implementar programas para informar a los ciudadanos y clases escolares
para educar a nuestros hijos. Para
poner fin a los desequilibrios alimentarios que siempre han existido, hay que
nutrir a la gente con información.
-Introducción-
Mire la bandera española. Vea los
colores rojo y amarillo, símbolos de valentía, fortaleza y generosidad. Yo veo
algo diferente. En las franjas rojas, veo el color de Tempranillo y Monastrell.
En la parte amarilla, percibo el color de Airén y Albariño. Cuando miramos la
bandera de la Segunda República
Española, vemos el color morado que representaba el Pendón Morado, pero lo
contemplo como el color intenso de Garnacha Tintorera.
Las dos banderas representan la unidad de un país, un país que reconoce las identidades distintas de sus tierras. Se puede observar las diferencias entre las comunidades autónomas como se puede observar cambios importantes entre las D.O.Ps (Denominaciones de Origen Protegida) de España. Es un país donde su vino es tan variado como su gente, sus idiomas y sus paisajes.
Las dos banderas representan la unidad de un país, un país que reconoce las identidades distintas de sus tierras. Se puede observar las diferencias entre las comunidades autónomas como se puede observar cambios importantes entre las D.O.Ps (Denominaciones de Origen Protegida) de España. Es un país donde su vino es tan variado como su gente, sus idiomas y sus paisajes.
Para mejor entender el vino y las
maneras de cultivarlo y producirlo, hay que conocer la historia vitícola de la
tierra ibérica. Además, es necesario conocer la cultura vitivinícola
contemporánea de España para comparar su industria con el resto de Europa y,
desde allí, con el mundo entero. Este proyecto situará el vino español en ambos
el tiempo y el espacio, incorporando influencias culturales, ambientales y
económicas.
-Historia
de la vid-
Se puede hablar del vino en los años
tan tempranos como 4000 A.C. porque existen pepitas de la uva en el registro
fósil en España, sin embargo, poco es conocido de su producción ni de la
cultura del vino en esta época. Los primeros avances importantes vinieron de
los fenicios en 1100 A.C. y después, los cartagineses con sus enseñanzas del
viticultor Mago.
Cuando España estaba bajo
el dominio romano, la mayoría del vino español era comercializado fuera del
país en el imperio romano mayor. Durante esa época, las regiones vitícolas más
importantes eran Terraconensis y Baetica, hoy, son las regiones de Tarragona y
Andalucía.
La próxima etapa en la historia
española trajo los árabes que ocuparon la
península a principios del siglo VIII. Aunque no bebieron alcohol normalmente
porque está prohibido en la religión musulmana,
el cultivo de vino continuó y mejoró durante su ocupación. La postura hacia el
vino durante esa época era ambigua. Varios califas eran propietarios de viñedos
aunque la venta del vino estaba
prohibida. En dinastías más liberales,
permitieron el cultivo del vino a los cristianos,
sobre todo, los monjes porque los monasterios eran centros botánicos y
agrícolas muy importantes en España como en todos los países occidentales.
La popularidad del vino después de
la ocupación de los moros aumentó hasta el siglo XVIII, pero después, España
perdió competitividad ante otros países europeos que abrazaron la Revolución
Industrial más temprano. En este momento las prácticas
viticulturas estaban cambiando así como el mercado internacional.
Los vinos de Italia y Francia fueron
más populares y exportaron cantidades importantes a Inglaterra y otros países
que buscaban vino europeo. Sin embargo, la epidemia de la filoxera arrasó decenas de miles de hectáreas de viñas
Europeas, especialmente las de Francia.
Debido a la escasez del vino francés, los importadores buscaron nuevos
productores y los encontraron en España. Varios viticultores franceses vinieron
a España y trajeron nuevas variedades de uva que no existieron antes en España
como Cabernet Sauvignon o Merlot.
Cuando llegó la filoxera finalmente
a España, devastó regiones como Málaga y Rioja, pero como las regiones
vinícolas estaban separadas por
distancias suficientemente grandes, la epidemia no fue tan devastadora
como en los otros países colindantes. Sin embargo, buscó un remedio y lo
encontró en los Estados Unidos. Tenían que injertar la rizoma norteamericana a las vides europeas. Hoy, es
desafiante encontrar viñas con ‘el pie’ original.
Después de la filoxera, el mercado
del vino español tendría que superar otros
tres retos graves: la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial y la
autarquía de Franco. Con cada uno, el poder económico del vino fue menos
potente. No fue hasta la apertura de Franco que los viticultores empezaron a
exportar su vino al extranjero y consumir cantidades mayores en
el país mismo. Con la transición a la democracia, tanto los
productores como los consumidores tenían
capacidades económicas para
hacer el vino con tecnologías nuevas y comprar el vino a precios elevados. La
reputación del vino español ha cambiado de la de un país que produjo vino a
granel a la de un país con vinos de calidad suprema que puede competir con los
grandes productores en el mercado mundial.
-Geografía,
clima y D.O.P.-
En España, hay más de 400 variedades
de uva que se cultiva, sin embargo,
cada cepa no puede florecer en todos los sitios. La variedad de uva crea el
producto final: el vino, pero el producto también es influido por el ambiente y
cada cepa tiene una tierra que le
da más potencial. La interacción entre el ambiente, es decir, el suelo, la
vegetación, la humedad, etc. y el vino es primordial. Estas influencias en el
vino se llaman influencias de terroir,
una palabra francesa, que intenta describir ‘el sabor del lugar’.
Uno de los elementos geográficos más
importantes en la producción del vino español es la vasta meseta que cubre el
mayor parte del centro de España. Además, todos los ríos influyen en la viticultura de la península
ibérica. Por ejemplo, el Ebro recorre La Rioja y partes de Cataluña, el Duero
atraviesa la Ribera del Duero hasta Portugal o el Tajo que fluye a través
Extremadura y Castilla-La Mancha. Los cordilleras aíslan e influyen en el clima de muchas regiones
vinícolas, como los Pirineos,
que protegen la Rioja.
Las temperaturas en España pueden ser muy dramáticas y los viticultores han adoptado sus prácticas según su sitio para encontrar el mejor terroir para sus cepas. Por ejemplo, algunos viticultores plantan sus viñas en terrenos elevados, otros recogen la uva únicamente durante la noche u otros evitan las viñas en enrejado, etc. Todo depende de la uva respectiva y la tierra donde se cultiva.
Las temperaturas en España pueden ser muy dramáticas y los viticultores han adoptado sus prácticas según su sitio para encontrar el mejor terroir para sus cepas. Por ejemplo, algunos viticultores plantan sus viñas en terrenos elevados, otros recogen la uva únicamente durante la noche u otros evitan las viñas en enrejado, etc. Todo depende de la uva respectiva y la tierra donde se cultiva.
La susodicha noción
de terroir está
ligada a la clasificación y certificación del vino español. “Según la normativa europea, los vinos se clasifican
en 3 categorías de acuerdo a su nivel de protección geográfica y al grado de
exigencia en su proceso de fabricación” (Instituto español de Comercio
Exterior, IPEX). Son Vinos con Denominación de Origen Protegida (en España hay
4 niveles de calidad dentro de este título), Vinos de la Tierra y Vinos de
Mesa. De los tres, los vinos con D.O.P. son los más estimados; “son vinos cuya
calidad y características se deben esencialmente a su origen geográfico, con sus
factores humanos y culturales inherentes. El 100% de las uvas proceden
exclusivamente de la zona geográfica de producción y su elaboración tiene lugar
dentro de la zona geográfica” (IPEX). Hay 69 D.O.Ps en España y este número
ayuda a explicar cómo el vino puede ser tan variado y,
también, valorado por sus características distintas.
-Vinificación y envejecimiento-
La edad de un vino es
una pregunta que les interesa a los
connoisseurs de todos países, sin
embargo, la pregunta de edad es mucho más prevalente y regulada en la industria
española. En otros países vinícolas, vinos específicos están reservados para el
proceso de envejecimiento y son considerados los ‘grandes vinos’. Lo mismo pasa
en España, pero cantidades de vino muchos más grandes son elegidos para el proceso de envejecimiento. No
consiste solamente en guardar el vino durante muchos años, sino que, en España, existen regulaciones
que determinan por cuanto tiempo un vino debe
añejarse en la barrica y luego, en botella. Hay tres normas de envejecimiento:
Crianza, Reserva y Gran Reserva. Cada uno tiene sus regulaciones que mandan el
tiempo mínimo que un vino necesita en barrica/botella para cumplir las calificaciones del título
respectivo. Sin embargo, si un viticultor quiere que su vino permanezca más tiempo en
barrica/botella que la norma mínima, lo puede guardar sin cambiar el título. Por ejemplo, la bodega R. López de Heredia en Haro, una
ciudad en el País Vasco que es parte del D.O. Rioja, guarda sus vinos por
muchos años en barrica y botella. Todos sus Crianzas, la certificación del vino
añejo más joven, tienen años suficientes para llevar el título: Gran Reserva,
pero la bodega tiene sus propios
estándares de calidad y prefiere reservar el título Gran Reserva para sus vinos
más añejados y estimados.
A partir del proceso
de envejecimiento que tiene un papel distinto en España, hay otros cientos de procesos que hay que cumplir para
realizar el producto final: el vino. Los primeros se realizan en las viñas.
Cada viticultor tiene que decidir si va a usar técnicas sintéticas o mecánicas
para cultivar y recoger sus uvas. Algunos usan pesticidas o herbicidas químicos
mientras otros eligen evitar los tratamientos no orgánicos. Algunos recogen las
uvas con máquinas mientras otros prefieren recogerlas a mano.
Una vez que las uvas
están en la bodega, hay decenas de maneras de tratarles. Los viticultores
necesitan decidir cómo van a clasificar la calidad de la
uva, cómo separarla del tallo, después, de sus pepitas y por último, de su
piel, lo que da todos los aspectos interesantes al vino: su color, sus taninos,
su acidez y una parte de su sabor (la otra parte viene de la barrica). Después,
es necesario controlar la fermentación y cada viticultor tiene que decidir si
va a regular la temperatura naturalmente o con climatización, si va a usar
levaduras nativas o importadas. Hay que elegir por cuanto tiempo duran las
fermentaciones, elegir qué
tipo de fermentaciones (malolácticas, carbónicas, fermentación en botella) y
elegir el nivel de intervención de la parte del viticultor. Luego, hay que
elegir eltipo de barrica y por cuanto tiempo
guardar el vino dentro. Luego, es necesario embotellar el vino y elegir el tipo de corcho y la duración que el
vino necesita quedarse en botella antes de sacarlo al mercado.
-Conclusiones-
La última etapa a la que tiene que someterse el vino es la de la consumación. El
vino es parte de muchas comidas y eventos compartidas entre familias y
amigos. El vino ha impregnado la cultura
social y es valorizado por mucha gente durante las fiestas o la sobremesa cotidiana.
Incluso se encuentra en La Pirámide de la Dieta Mediterránea en el mismo nivel
que las actividades físicas y el descanso adecuado. Es un producto casi
omnipresente en la vida diaria, igual que sus raíces y viñas crecen en el
paisaje rural por todos lados.
España cultiva casi 1.2 millones de hectáreas de
viñedos, y es el país con la mayor extensión cultivada de viñas del mundo- más
de un 15% del total mundial. Cuando una persona se desplaza por el campo
español, no se puede evitar las infinitas colinas pintadas con colores
vibrantes de las viñas: rojos y amarillos intensos, los colores que simbolizan
España.
7 October 2013El lunes pasado fue la cata de vino alicantino. Era la clase de gastronomía por lo cual tenía más ganas. ¿Por qué? En primero, porque la industria de vino (particularmente la industria europea) me interesa mucho y después de terminar mis estudios, espero trabajar como el enlace entre las bodegas de europea y los restaurantes y bares de los Estados Unidos. En segundo, he estudiado mucho el vino en situaciones académicas y he participado en catas profesionales.
Sin embargo, a pesar de mis experiencias relacionadas con el mundo de vino, aprendí un montón de cosas nuevas. Por ejemplo, no sabía que no debemos girar el vino antes de olerlo. Siempre lo hacía sin darme cuenta que los aromas cambian entre el primer momento y después de arremolinarse. Y la prueba estaba clara: los aromas no se quedan lo mismos. Aprendí también que (según Antonio) que ls aromas que emite el vino no cambian según la persona. Es decir, que no son subjetivos, sino hay maneras de identificar aromas específicos que caracteriza cada vino. Siempre pensaba que una persona puede oler algo, como hierba por ejemplo, mientras que otra persona huele manzanas y que los dos están correctos. Está claro que Antonio tiene mucha más pericia en el vino y seguro que lo que dice tiene razón pero la idea que alguien puede oler algo espefico y claramente, pero ser definitivamente incorrecto sobre sus propias sensaciones me parece un poco dogmático.
Antes de esta cata, no pensaba mucho en el color del vino tampoco. Pensaba que el color cambia según la uva usada por so producción o, quizás, la edad del vino, pero no tanto en la calidad del vino. Antonio pidió la pregunta, ¨¿Cómo os parece?¿Os gusta el color?¿Te parece pálido, sano, etc?¨ Esta vez, estuvimos haciendo una valorización que me pareció, justamente, subjetivo. En todos casos, me inspiró de hacer más atención en el color del vino para entender mejor su estado de ser.
Apreció mucho la oportunidad de degustar tantos tipos de vinos alicantinos. Me dio un sabor del lugar donde estoy viviendo. Creo que es muy importante entender el vino a través de su tierra (eso es, dicho simplemente, la noción de terroir) pero, también, puede ser muy útil entender una tierra, un lugar a través de sus alimentos.
Un buen ejercicio fue probar los vinos del mismo tipo (tinto, rosado, blanco) al mismo tiempo para comparar dos o tres vinos para indentificar sus cualidades respectivas. Pudimos hacerlo verticalmente, es decir, según el año de vino: por ejemplo un Monastrell de 2010 y uno de 2007. Además, pudimos probarles horizontalmente, es decir, el mismo año pero comparando varietales diferentes. (Se puede hacer también por el mismo varietal, pero comparando varias bodegas, pero incluso, también la misma bodega que tiene tierras distintas). Para mí, me dio la oportunidad de entender la diferencia de sabores entre un vino crianza, reserva y gran reserva- como los sabores evolucionan e intensifican.
Me encantó la cata- fue a la vez muy instructivo, y, por supuesto, divertido. Que pena que las sesiones están terminadas. Sin embargo, la información que hemos recibido se puede guardar por la vida.
4 October 2013
What does one do while waiting for a Spanish dinner? Well, first, one must be prepared to wait hours and ignore hunger pains. Then, one could go to a park, read Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar and then write romantic musings about the Spanish language. They might looks like this:
La tilde
A language full of accents
Nothing but an ink stain
A doctrine of emphasis
Reflecting a people
-a person-
-a person-
As certain as their syllables
An affirmation as simple
As one, terse word
-yes-
-yes-
Becomes full of purpose,
of certainty
Sí, a mí me gustas tú
All I see for sure
Is: Yes and Me and You
With nothing but and
accent,
The apparition of la tilde
I can make you mine,
amor mío
Of all the words that
Speak of love:
amor, sexo, alma.........
la tilde
-the emphasis-
remains with
tú
La primera vez que probé la paella fue este invierno. ¿Dónde? En Francia, el país donde la gente considera su cocina la mejor del mundo. Es verdad que tienen una reputación muy fuerte y bastante buena, pero he encontrado una cosa que ellos no saben hacer: paella. Cuando lo probé, me preguntó, “Como se puede ser el plato más conocido de España? Los pobres españoles tienen que comerla con tanta frecuencia.” Pensaba que no era muy interesante como plato- arroz amarillo con algunas mejillones feos y las cabezas de gambas. [¿Dónde estuvieron sus cuerpos?] Pero, no es así. La verdad es que la paella puede ser buenísima y anoche, aprendí cómo hacerlo. También, aprendí que los arroces y la paella son dos cosas distintas.
La paella es la sartén donde el arroz está preparado. A diferencia de ‘un arroz’ típico de Alicante, el arroz de paella no está tostado antes de añadir el caldo (sea de pescado o carne). Es dicho que por eso ‘el arroz’ puede absorber más sabor que la paella, sin embargo, me gustó la paella más que el arroz. Quizás, prefiero la textura más seca- casi crujiente- que tuvo la paella. O podía ser los regalos pequeños del lomo de cerdo escondidos dentro el arroz que hacía que me encantó tanto. El jefe de cocina nos explicó que la mayoría de paellas que se encuentran en los restaurantes de Alicante están congelados y se puede ver por 1) el tamaño y 2) el color. Normalmente, cuando está muy amarillo es porque está tratando de imitar el azafrán, una especia carísimo. Pero, no es la evidencia de una buena paella, sino un color muy profundo- casi marrón porque muestra que hay una multitud de especias e ingredientes. La paella que hicimos fue hecho con pimientas rojas, coliflor, cebolleta, lomo de cerdo, ajo, perejil y por supuesto, arroz.
El ‘arroz’ tuvo muchos de los mismos ingredientes,
pero en lugar de carne, calamar y emperador. El cocinero dijo que lo prefiere
con atún porque tiene más sabor y más substancia pero como ayer fue lunes, no
hubo muchas opciones en el mercado. Ella explicó que como los pescadores no
pescan los domingos ni los lunes (porque tienen que descansar un poco…claro!)
que no hay muchas variedades de pescados frescos estos días. En los Estados
Unidos, no pensamos en esto- la mayoría de pescado ya está congelado y hace
mucho más tiempo que uno o dos días desde su captura en el mar. Aunque si a el
cocinero no le gusta el emperador, yo lo encontré delicioso. La textura del
‘arroz’ no estaba como lo de paella- es posiblemente la diferencia más distinta. Fue
un ‘arroz meloso’ que no quiere decir ‘dulce’, sino ‘como miel’.
Miel…meloso…lógico. Un buen arroz meloso gotea de la cuchara como hace la miel.
Como decía, mi favorito fue claro: la paella. Pero,
el ‘arroz’ no rindió sin lucha. Tiene una ventaja: que se come con el alioli de
casa. Una salsa como mayonesa pero con ajo y limón. Me considero como alguien
bastante sana, pero lo comí con una cuchara y nada más como una gordita- estuvo
tan sabroso.
He estado convencida- la paella [o el ‘arroz’] está
buenísima. Y lo siento, los franceses, pero, esta vez necesitáis pedir prestado
la sabiduría española.
Lo que me gustó lo más fue la planta baja- bajo las patas de cerdo, cerca de los mariscos todavía vivos. Aquí se encuentra las verduras y las frutas. ¡Qué abundancia! Podía ser sorprendida por todas las variedades- incluso las que nunca he visto, sin embargo, lo que me impresionó más que todo fue los colores. Por supuesto he visto melocotones antes de venir en España- uvas, higos, espárragos también. Pero, me pareció que los de España eran más colorados, más brillante- a punto de explotar con sabores fresquísimas. Imaginaba que si las tenía en la mano, que podía sentir un latido.
Desde mi llegada en España, la comida aquí me he fascinado. En la casa donde estoy viviendo, no comemos muchas cosas desconocidas [pero, sí, he comido el cerebro de una oveja]. Lo que comemos existe en los Estados Unidos también- tenemos tomates, tenemos salmón, tenemos calabaza, tenemos jamón, tenemos queso, tenemos olivas, etc. Pero, los sabores aquí son distintas. Después de visitar el mercado, entiendo mejor ahora come se puede ser tan superior. La gente se va cada día, o cada dos días para comprar la comida más fresca. Puede hablar con los vendedores para saber lo que está más rica según el día o estación. No es congelado, no es sin huesos, no es sin mancha- pero es sin muchos envases, sin conservantes y la mayoría viene de la región donde vive la gente que la compra. De hecho, no es difícil ahora entender como un tomate recogido esta mañana que viene de un pueblo cercano puede ser tan superior de un ‘beefsteak’ que fue recogida hace una semana en el otro lado de un país tan grande como el Océano Atlántico. Para resumir, aprecié mucho mi visita al mercado porque me ayudó a apreciar más la comida que puedo comer cotidianamente en España. ¡La vida es bella- y apetitosa!
17 September 2013
¿Has
visto a un señor gordo con una voz resonante que tiene una lengua de ternera en
una mano y los cojones de oveja en la otra? Es lo que hemos visto este sábado
cuando fuimos al mercado central de Alicante. Este señor es el jefe de una carnicería
que, para mí, era, al principio, extraño. Nunca he visto a alguien con sus
propias manos limpias pone tantos intestinos y con tanto placer. La idea de
tocarles me asquea y la idea de comerles me repugna todavía más. Pero, tengo
que reconocer que cada parte del cuerpo se puede comer y los españoles son los
cocineros por el trabajo. Si se puede convertir en un plato rico con sabores
apetitoso, es una buena manera de alimentarnos y reducir los desechos. Podía
ver el entusiasmo y la pasión de su trabajo en la cara del señor, pero,
desafortunadamente, cerca de él, hubo la cara decapitada de un cerdo que
parecía sonriente- una ironía mórbida que me hace perder el apetito.
Awesome Kenz!!!
ReplyDeleteLets skype soon! Im back home now, its been a little hectic, but im ready to start booking flights!!!
Kenz,
ReplyDeleteSo exciting and will love following your adventures in Spain.
Rick and Sandy
Looking forward to hearing all about your new adventure...
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